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¿Qué tienen en común una maestra, una contadora, una cocinera, una abogada, una cajera, una empleada doméstica y una médica?

Todas son mujeres y por lo tanto viven desigualdades de género en el mundo del trabajo, seguramente todas sufrieron acoso por lo menos una vez en su vida y además todas ellas están en empleos que se ven o verán transformados por las nuevas tecnologías.

Si bien la agenda de género ya está instalada en el mundo, aún nos queda muchísimo por hacer.  

Todavía seguimos explicando qué es la igualdad de género, pero afortunadamente cada vez somos más las mujeres, disidencias sexuales y también varones, que luchamos por la igualdad de derechos y oportunidades.

A pesar de eso, algunos números dicen que nos faltan más de 100 años para lograr la igualdad de género, principalmente dada por el mundo del trabajo y ¡algo tenemos que hacer!

Porque al mismo tiempo que sucede esto, estamos viendo los avances de la revolución tecnológica, que según se estima cambiará por completo el mundo del trabajo en unos pocos años.

La pregunta es: ¿Y si potenciamos la revolución feminista con la revolución tecnológica para achicar esta brecha? 

La revolución feminista avanza, pero lo hace linealmente. La revolución tecnológica crece de forma exponencial.  ¿Podremos encontrar ese punto donde se unen ambas revoluciones y potenciar la revolución de las mujeres con la tecnología? 

Los avances de esta revolución tecnológica los vamos viendo cada día en nuestra vida cotidiana y los incorporamos casi naturalmente:  

Antes cuando viajábamos llevamos mapas y hoy contamos con más de una aplicación para ubicarnos y decirnos cómo llegar, cada vez más personas al hacer un pedido de delivery o compra interactuamos con bots como si fueran humanos, nuestras niñas y niños se entretienen con Youtube y la televisión abierta está perdiendo audiencia; Netflix y otras plataformas para el consumo de programación personalizada están ganando nuestra atención, se reemplazan taxis o remises por plataformas como Uber, y seguramente algún conocido nuestro se realizó alguna intervención quirúrgica con la utilización de robótica o utilizando prótesis impresas en 3D.  Y son unos pocos ejemplos que nos muestran tan solo el comienzo de lo que está llegando.

¿Vamos a asustarnos con títulos alarmistas que vaticinan que los robots van a reemplazarnos o que en unos años el 50% de los empleos va a desaparecer? ¿O vamos a ponernos ya mismo a trabajar para ese futuro?

Porque sabemos que se van a crear muchos nuevos empleos, pero para eso debemos estar preparadas.  Los cambios y más aún las revoluciones, traen oportunidades de evolucionar. Y esta es una de ellas.

Según especialistas, entre los empleos con más posibilidades de ser transformados por la inteligencia artificial y la robótica se encuentran: las trabajadoras agrícolas, secretarias, recepcionistas, telemarketers, cocineras, cajeras, analistas, camareras, cobradoras, repositoras, vendedoras, asistentes, contadoras, asesoras, abogadas y hasta periodistas y una larga lista que continúa, con muchas áreas en las que las mujeres somos mayoría.

Pero la inteligencia artificial y la robótica aún no logran imitar unas cuantas habilidades humanas y les va a llevar bastante más tiempo hacerlo. Sobre todo cuando hablamos de habilidades como la empatía, la comunicación, la colaboración y la creatividad.

Las nuevas tecnologías que también avanzan junto a  la robótica y la inteligencia artificial rápidamente, como son Big data, Internet de las Cosas, biotecnología, nanotecnología, industria 4.0, blockchain, impresión 3D y 4D, Realidad Virtual, autos autónomos, requieren no solamente profesionales de tecnología, ingeniería o ciencias, se necesitan personas de todas las áreas y sobre todo mujeres y disidencias sexuales, para poder tener la mirada diversa, en un mundo tecnológico que sigue siendo hoy dominado por varones.

Utilizando estas tecnologías, hay ya trabajando personas innovadoras de la medicina, sociología, antropología, biología, y varias otras áreas de las humanidades. 

La industria 4.0 (en la que produciremos lo que compramos) necesita personas que conozcan de cada industria además de quiénes programan y administran los entornos.

Blockchain (que seguramente lo conocen por la criptomoneda bitcoin) se está utilizando como una plataforma segura para registrar transacciones jurídicas, inmobiliarias, comerciales y educativas, entre otras.

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La impresión 3D y 4D y la nanotecnología, que hace un tiempo sonaban pretenciosas, hoy se están empleando desde la industria atómica a la textil, pasando por la arquitectura y la decoración.

Los empleos que vienen van a requirir sobre todo creatividad, pensamiento crítico, innovación, resolución de problemas y buenas relaciones interpersonales, así que está siendo mandatorio desarrollar cada vez más estas habilidades.

¿Entonces qué hacemos para aprovechar la revolución tecnológica para cerrar las brechas de género?

Tenemos que seguir trabajando para llevar más mujeres a carreras tecnológicas, con diversos programas y rompiendo estereotipos desde la infancia, pero los números en la industria crecen lentamente. 

Hay muchas mujeres que están activas hoy en el mercado laboral y que no tuvieron la posibilidad de contar con materias de programación o robótica en las escuelas (que esperemos que eso pueda suceder ahora).

Cuáles son las carreras que más estudian las mujeres en el alumnado universitario argentino?

45% de las mujeres se decidió por carreras en el campo de las Ciencias Sociales y Jurídicas,

34% lo hizo por disciplinas en el área de Ciencias de la Salud y solamente un 7% de las mujeres se inclinó por carreras en el terreno de la Computación, ingeniería y arquitectura y un 4% en Ciencias.  

En el mundo del empleo que se viene la tecnología será transversal a todas las profesiones y trabajos. Y hay muchísimas trabajadoras que no saben de computación, robótica ni big data y necesitan aprender estas cosas para no quedar afuera del mercado laboral.

Entonces, si la mujer no va a la tecnología, ¿por qué no llevar la tecnología a la mujer?

La medicina, donde somos más las mujeres, es una de las áreas que más sufrirá la revolución tecnológica.  Con robots haciendo diagnósticos clínicos de enfermedades con aciertos muy altos, otros que realizan cirugías, nanorrobots que se introducen en el cuerpo para limpiar arterias o buscar y eliminar células cancerígenas. Y hasta la enfermería, donde la mayoría son mujeres, se verá afectada por la reducción de los tiempos de internación mediante dispositivos para seguimientos en los hogares y otros avances.

La educación, que también es ampliamente ocupada por mujeres (aunque por supuesto liderada por varones), cambiará drásticamente para adaptarse a los requerimientos del alumnado, cada día más tecnológico.

La psicología, otra carrera más elegida por las mujeres, también se está viendo afectada por los avances tecnológicos: test psicológicos se prestan a ser digitalizados,  las tele-consultas, los nuevos trastornos derivados de la tecnología, y las nuevas formas de comunicación y trabajo que modifican de forma acelerada las relaciones interpersonales.

Los emprendimientos tecnológicos también necesitan de la participación de las mujeres, ya que hoy día no llegan al 10% los liderados por nosotras.

Y lo mismo sucederá con el empleo doméstico, en donde las mujeres conforman casi la totalidad y ámbito en el cual la robótica doméstica, junto a la tecnología aplicada al hogar, reducirán de forma importante la necesidad de este empleo.

Es por eso que necesitamos evolucionar hacia la transformación digital de las mujeres.  Y transformar digitalmente no es lo mismo que digitalizar.

Digitalizar es incorporar tecnología y transformar digitalmente es capacitar para adoptar la tecnología en nuestro trabajo, que en algunos casos requiere una reinvención, pero ¿no somos las mujeres especialistas en reinventarnos?

Cuando hablamos de transformación digital no estamos hablando de tecnología, sino de personas, y en este caso de las mujeres, que somos las que sufrimos las desigualdades del mundo del trabajo (brecha salarial, techos y paredes de cristal) que hacen que haya tan pocas liderando grandes empresas.

Podemos aprovechar la revolución tecnológica para mejorar el mundo desigual del trabajo que vivimos, solamente necesitamos encontrar ese punto donde unir ambas revoluciones. 

¿Pero cómo lo hacemos?

Necesitamos desarrollar e implementar programas de transformación digital para mujeres. Y esto no significa que los varones no deban transformarse digitalmente también, pero para lograr igualdad en el mundo del trabajo, es mandatorio trabajar con las mujeres y disidencias sexuales.  Por eso debemos invertir recursos en la transformación de la mujer para el nuevo mundo del empleo que se necesita.

Transformar digitalmente es potenciar las habilidades existentes para incorporar la tecnología y así empoderar para los nuevos requerimientos del mundo.

Transformar digitalmente debe incluir:

  • Técnicas para promover y potenciar la creatividad e innovación, la comunicación y colaboración.
  • Introducción a las nuevas tecnologías
  • El futuro de su respectiva especialidad: enfermería, educación, psicología, ventas o la que sea.
  • Cursos de reconversión laboral para aquellas con profesiones tendientes a ser reemplazadas.

Y si comenzamos ahora a preparar e implementar programas de transformación digital para mujeres en las industrias en las que trabajan, podremos tener en unos 15 años mujeres ocupando el 50% o más de los empleos mejor pagos, liderar como mínimo la mitad de las empresas más importantes, generar modelos de liderazgo femenino para las nuevas generaciones y contribuir a una mejor economía, más igualitaria, que redundará en beneficios para toda la humanidad.

Y cada vez que alguien trate de hacernos creer que lo que viene es un futuro sin trabajo, nosotras vamos a plantearles uno repleto de oportunidades. Porque a partir de ahora vamos a investigar, capacitarnos, correr la voz y luchar por que existan programas de transformación digital para mujeres.  Porque si nos lo proponemos, vamos a hacer que esta revolución tecnológica nos permita evolucionar hacia un mundo igualitario.

No parece sencillo, pero lo mismo nos dijeron con el voto femenino y algunos nos están diciendo ahora con el aborto legal. Yo estoy convencida de que la revolución de las mujeres es más fuerte que cualquier revolución, incluso la tecnológica: porque nosotras generamos nuestra propia energía renovable, inagotable, que es la sororidad, y que cuando estamos juntas y luchamos, nada ni nadie nos puede parar.

Valeria Viva vpviva@gmail.com