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El mundo se está volviendo gris, pero los ancianos siempre son los otros.
Hablamos con mucha propiedad sobre las contundentes estadísticas relacionadas con nuestro precipicio demográfico, pero siempre estamos fuera, narradores de la historia ajena.
Reflexionar sobre Europa con esta lente es tan fácil como pensar en Japón. Después de todo, estos son lugares donde el envejecimiento ya es parte de nuestra imaginario y creemos que ya existen allá soluciones prácticas para lidiar con los impactos socioeconómicos consecuentes.
Curiosamente, aunque el envejecimiento es una certeza, ningún gobierno parece interesado en emprender un plan para hacer frente a sus consecuencias.
Consideremos el caso de China, tan poblado y con intervención gubernamental que parecen disparatadas por las opciones reproductivas para su población. Los estudios muestran que para el año 2030 el 25% de la población tendrá más de 60 años, aproximadamente 390 millones de personas. Debates acalorados sugieren exenciones de impuestos, subsidios y permisos de maternidad más largos como incentivos para que las personas decidan tener más hijos. ¿Y el próximo Sunami gris qué está por venir?
¿Y Japón, donde 3 de cada 10 ya tienen más de 65 años? ¿Hay algún plan para este futuro cada vez más plateado?
Nuestros colegas asiáticos también están en proceso de envejecimiento y, como nosotros, no quieren. Entre ellos, solo Singapur parece estar haciendo la tarea en ambos extremos: entre otros incentivos, ha extendido la licencia de maternidad, implementado un bono por hijo y exenciones de impuestos y beneficios a las empresas que contratan a profesionales mayores.
¿Y nosotros? ¿Qué estamos haciendo para este futuro tan presente?
Articulo publicado por Fran Winandy no LinkedIn em Setembro/2019